Colegio Don Bosco Iquique

Domingo, 09 Agosto 2020

Evangelio lunes 10 de agosto 2020.

La Palabra dice

Jn. 12, 24-26 – “La conserva para la eternidad”.

Jesús les dijo: “En verdad les digo: Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida la destruye; y el que desprecia su vida en este mundo, la conserva para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Y al que me sirve, el Padre le dará un puesto de honor”.
 

 

La Palabra me dice

Todos somos inocentes y todos somos culpables. Esta es la realidad, nos lo muestra la psicología profunda y la literatura. Pero también una observación más fina de nosotros mismos y de los demás.

Los cristianos creemos que hubo un solo inocente: Jesús. Por eso, no conviene abrir juicios sobre la gente, más allá de lo que haga o no haga la justicia profesional. Y el Maestro dijo: “No juzguen y no serán juzgados”.

Pero como Jesús entregó su vida, después de un juicio hecho con todas las de la Ley, también después de Él, hubo otros, nunca inocentes, que entregaron su vida por el Evangelio.

No sabemos casi nada del diácono Lorenzo, fuera de su incandescente amor a los pobres y su fidelidad a Jesús hasta la muerte. Pero si sabemos que vivió la micro parábola que hoy nos narra el evangelio de San Juan. El texto es introducido con la fórmula solemne del “Amén” que ha sido traducido “en verdad, en verdad les digo”, y que hoy ha sido retraducido también de otras maneras.

Después de haber usado varias veces la comparación de las semillas, Jesús habla esta vez del grano de trigo, que se queda solo, si no es sepultado en tierra. Es triste la soledad, el aislamiento, la esterilidad. El primogénito, si no hubiera dado su vida “por una multitud”, estaría solo. Haría la vida de hijo único, sin poder compartir precisamente la hermandad.

Pero el Hijo quiere lo que quiere el Padre; es decir, quiere otros hijos para el Padre y otros hermanos para Sí. Pero esto que vale para el Hijo muy amado, vale para sus hermanos los hombres.

Por eso, estamos llamados a seguir al Maestro dando la vida. Quien quiere salvarla, la pierde, porque en realidad, quien “odia” su vida, como dice crudamente el texto, la ama verdaderamente. Por eso engendrará vida, la conservará hasta la vida eterna y  no se quedará solo.

La tradición dice que el diácono Lorenzo murió quemado en una parrilla. Es bueno pensar que de esa zarza ardiente salió la voz de Jesús: “Si alguien quiere servirme, que me siga. Donde esté Yo, estará también mi servidor”.

Quitémonos las sandalias, por favor.

Con corazón salesiano

Recogemos el testimonio de alguien que no quedó solo y dio mucho fruto, un joven polaco oratoriano, ejecutado por la Gestapo en 1942. Se trata de la última carta del beato Czesław Jóźwiak:

“Mis queridísimos padres, precisamente hoy, 24 de Agosto, en el día de María Auxiliadora he recibido su carta. Me toca dejar este mundo, os digo queridísimos que me voy al Más Allá con mucha alegría, más que tendría con una posible liberación. Sé que la Virgen Auxiliadora de los cristianos, a la que he honrado toda mi vida, me procurará el perdón de Jesús. Hace un momento me he confesado y dentro de poco recibiré la comunión en el corazón. El sacerdote me bendecirá durante la ejecución. Tenemos esta gran alegría de estar juntos antes de la muerte, los cinco estamos en la misma celda. Son las 19:45. A las 20:30 me voy de este mundo. Os ruego, no lloréis, no desesperéis, no os preocupéis. Dios lo ha querido así. De modo especial me dirijo a ti, mamita queridísima, para que ofrezcas tu dolor a la Virgen Dolorosa. Ella hará que se cure tu corazón dolorido. Os pido de corazón que me perdonéis si a alguno les he dado algún disgusto. Yo rezaré por vosotros y pediré la bendición de Dios para que podamos una vez encontrarnos todos juntos una vez en los cielos. ¡Hasta vernos en el Cielo!. 

Czesław”

A la Palabra, le digo

Te damos gracias, Señor Jesús, por los mártires de ayer y de hoy. Por los que conocemos y han quedado sus historias como aliciente de nuestra fe. Y por los muchísimos que no conocemos, pero que con valentía jugaron su vida por el Reino. Su sangre ha sido y es siempre fecunda, como la Tuya. Has que no nos quedemos en un cristianismo cómodo, perezoso y temeroso. Porque sabemos que contigo nada tenemos que temer. Has entonces que podamos vivir nuestro martirio cotidiano, llevando la cruz de cada día, con sencillez y humildad, para que el grano no quede solo sino que dé mucho fruto.
 

Link canción: https://www.youtube.com/watch?v=lSMeslVNCeo

Fuente: donbosco.arg/or/youtube/google.

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