Colegio Don Bosco Iquique

Jueves, 13 Agosto 2020

Evangelio viernes 14 de agosto 2020.

La Palabra dice

Mt. 19, 3-12 – “Una sola carne”.

Se acercaron unos fariseos y, para ponerlo a prueba, le preguntaron: "¿Puede un hombre repudiar a su mujer por cualquier cosa?" Él contestó: "¿No han leído que al principio el Creador los hizo hombre y mujer?" Y dijo: "Por eso abandona un hombre a su padre y a su madre, se une a su mujer y los dos se hacen una sola carne. De suerte que ya no son dos, sino una sola carne. Así pues, lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre". Le replicaron: "Entonces, ¿por qué Moisés mandó darle el acta de divorcio al repudiarla?" Les respondió: "Por el carácter inflexible de ustedes les permitió Moisés repudiar a sus mujeres. Pero al principio no era así. Les digo que quien repudia a su mujer, si no es en caso de concubinato, y se casa con otra, comete adulterio". Los discípulos le dijeron: "Si ésa es la condición del marido con la mujer, más vale no casarse". Y él les respondió: "No todos pueden con esa solución, si no son los que reciben tal don. Pues hay eunucos que son así de nacimiento; los hay castrados por los hombres y los hay que se han castrado por el reinado de Dios. El que pueda con ello que lo acepte".
 

La Palabra me dice

Como sucede muchas veces en el Evangelio, los fariseos acusan a Jesús con preguntas capciosas, para sorprenderlo en contradicciones sin respuestas. No lo han conseguido ni lo conseguirán esta vez.

El tema es el divorcio que, en esa sociedad patriarcal y machista, estaba reservado al varón, que podía echar de la casa a la mujer. Jesús los retrotrae “al principio”, al plan de Dios. Hombre y mujer cuando se unen ya no son dos, si no una sola carne. Este es el plan de Dios. Por lo tanto, no le corresponde al hombre cambiarlo, sino realizarlo. 

Los fariseos insisten, recordando que Moisés había establecido un acto de divorcio o repudio para separarse de la mujer.

Hay que comentar que, en esta situación, la mujer repudiada debía regresar a la casa paterna, agobiada no solo del obligado abandono del hogar, sino porque llevaba consigo el estigma de la deshonra que afectaría en adelante a su propia familia. Era una de las tantas amneras en que el varón mantenía a la mujer sometida a sus decisiones y caprichos.

Por eso, Jesús responde afirmando que la “concesión” de Moisés fue por la dureza de corazón de los varones, pero que desde el principio, desde la creación misma del varón y la mujer, no fue así. Al principio, según el proyecto de Dios, varón y mujer no podían separarse porque eran una sola carne.

Esto representa no solamente un retorno a la idea inicial de Dios, sino una actitud liberadora hacia la mujer, que no podía ser tratada como algo que hoy tengo y mañana no. Estaba tan arraigada la cuestión del repudio que ni siquiera los discípulos entienden a Jesús, por eso le dicen: “Estando así las cosas, mejor no casarse”.

Pero Jesús va todavía más lejos, para hablarles de otra forma de vida y de relación: el celibato, que no era conocido ni practicado por los judíos. Jesús abre una nueva puerta. Por el Reino estamos llamados a dar todo lo que Él nos pida. Y habrá quienes son llamados al celibato y renuncian libremente al matrimonio para construir el Reino de otra manera. Hay quienes se abrazan a otra familia que no es según la carne ni la sangre.

Esta es una gran novedad que trae Jesús, extraña a la mentalidad judía. El matrimonio y el celibato se complementan mutuamente, depende siempre del llamado que Dios hace a cada uno. “El que pueda entender, que entienda”.

Con corazón salesiano

Insistiendo en la virtud de la pureza de manera integral, de pensamiento, palabra y obra, Don Bosco inculcaba también el respeto a la mujer. Esta es la base de cualquier matrimonio, pero sobre todo en aquella sociedad donde todavía la mujer no era reconocida plenamente. La gran mayoría de los chicos del oratorio fueron, sin duda, llamados al matrimonio. Y pudieron formar familias cristianas, donde vivieron las enseñanzas de Jesús realizando el plan de Dios.  

A la Palabra, le digo

Te damos gracias Padre amado por haber creado al ser humano varón y mujer. A través de la relación matrimonial, el ser humano puede comunicar el amor y la vida, las cosas más sagradas e importantes para la humanidad. Te pedimos que también en estos tiempos difíciles consolides los vínculos matrimoniales y familiares. Que des la fortaleza y la sabiduría a las familias cristianas para poder vivir con alegría su vocación y dar testimonio de su fe en el mundo. Que sean verdaderas iglesias domésticas, donde se ora, se practica el respeto mutuo, se perdona y se trata de ayudar también a otras familias.
 

Link canción: https://www.youtube.com/watch?v=hxDc4O2MWLI

Fuente: salesianos.org./ar/youtube/google.

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