Colegio Don Bosco Iquique

Martes, 18 Agosto 2020

Evangelio miércoles 19 de agosto 2020.

La Palabra dice

Mt. 19, 30- 20, 16 – “Los últimos serán los primeros”.

Jesús dijo a sus discípulos: “Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros. Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envió a su viña.

Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: “Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo”. Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: “¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?”.

Ellos le respondieron: “Nadie nos ha contratado”. Entonces les dijo: “Vayan también ustedes a mi viña”.

Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: “Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros”.

Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: “Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso d tabajo y el calor durante toda la jornada”.

El propietario respondió a uno de ellos: “Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿O no tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?”

Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos.

La Palabra me dice

Después de su enseñanza sobre la riqueza, Jesús cuenta la parábola de los jornaleros o trabajadores de la viña. Es una parábola del Reino. 

El dueño de la viña sale a buscar trabajadores, como el pastor busca a las ovejas. Los va encontrando en distintas horas y momentos: a la mañana temprano, al mediodía, a media tarde y al atardecer. Todos van a trabajar a la viña. Naturalmente, algunos todo el día, otros apenas una o dos horas. 

Por la noche, el dueño de la viña paga el jornal, sorprendiendo a todos. Comienza por los últimos para llegar después a los primeros. Estos protestan, ¿con razón? Los judíos y tantos que no son judíos, pensamos siempre en la relación entre mérito y paga, entre cumplimiento y recompensa. Quienes cumplen bien las cosas, merecen ser recompensados. Quienes son ingeniosos o trabajan mucho, merecen mejor salario.
Pero Dios, como lo ha dicho el Papa Francisco, espera siempre a los últimos en llegar. A todos nos cuesta, cuando estamos apurados, moderar el paso cuando vamos con un niño o un anciano. Dios no es así: Dios espera y llama hasta el último momento. 

El mérito principal es el amor. Y un acto de amor auténtico vale más que todos los sacrificios y trabajos que la gente cumplidora y respetable puede haber hecho. El malhechor que estaba a la izquierda de Jesús fue a la viña en el último instante. Y recibió el jornal de la misericordia. 

Esto no significa que quienes son llamados a trabajar en la primera hora, tengan que descuidarse o hacer mal su trabajo. Al contrario, debería embargarlos la alegría de haber sido llamados por primero pero con la conciencia de que nunca deben sentirse tales. 

De hecho, las primeras palabras y las últimas del texto que hoy meditamos son, en su concepto, las mismas. Los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos.

Los judíos, el pueblo elegido, fueron los primeros en ser llamados y rechazaron a Jesús. Los gentiles y paganos fueron los últimos y muchos de ellos acogieron la buena noticia de Jesús y dieron su vida por ella.

Entonces, a no descuidarse. A no pensar que porque somos Iglesia, porque creemos en Jesús, Camino, Verdad y Vida, tenemos ya asegurado todo. Como el Padre es misericordioso, no tenemos miedo y vamos a trabajar a la viña. Pero nos alegra muchísimo también que los últimos puedan ser los primeros.

Con corazón salesiano

Don Bosco y Madre Mazzarello fueron grandes trabajadores a quienes Dios llamó desde su niñez. Su viña fueron las chicas y muchachos, pobres y abandonados. Y ellos supieron esperar también a los que llegaban últimos. Tuvieron un corazón bondadoso para comprender que el proceso de cada uno es distinto del otro. Supieron perdonar y esperar. Dios les dio un corazón bondadoso, semejante al suyo. Verdaderamente en sus obras y en sus acciones, los últimos fueron los primeros.

A la Palabra, le digo

Te damos gracias, Señor Jesús, porque tú no quieres que nadie quede ocioso. Que todos tengan un puesto en tu viña, en la cual nadie queda afuera y todos pueden poner su granito de arena. Te damos gracias por los que llamaste a cualquier hora de su vida. Porque solo tú sabes cuál es la hora para cada ser humano. Y te damos gracias porque nos enseñas que tu jornal es siempre el jornal de la misericordia. No hay otro más grande que este. El amor es siempre la mejor paga para todos.

Link canción: https://www.youtube.com/watch?v=1gnhNDMVYf0

Fuente: donbosco.arg/or/youtube/google.

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