La Palabra dice
Lc. 6, 20-26 – “¡Felices los pobres!”
Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo:
“¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!
¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados!
¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!
¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y proscriban el nombre de ustedes, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!
¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!
Pero, ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre!
¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!
¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!”.
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La Palabra me dice
Jesús nos invita a no creer en las apariencias, si no a profundizar, mostrándonos que las situaciones que nos parecen desfavorables pueden ser favorables. Los verdaderos valores son los evangélicos, la unión con Dios, el amor, la esperanza en situaciones difíciles, el perdón.
El mundo no dice “dichoso los pobres”. Sí dice “dichosos los ricos”, “los que ríen”... Jesús nos enseña que las ambiciones no nos ayudan a crecer y son un peligro para nuestra vida, porque a la larga nos alejan de los demás.
El papa Francisco, con sencillez y profundidad, nos explica estas bienaventuranzas y nos invita a un cambio de actitud nuevamente en la exhortación Gaudete et exsultate, capítulo tercero. Afirma que “es necesario hacer, cada uno a su modo, lo que dice Jesús en el sermón de las Bienaventuranzas”, ya que “en ellas se dibuja el rostro del Maestro, que estamos llamados a transparentar en lo cotidiano”.
Los discípulos de Cristo no están apegados a las riquezas materiales. Quieren vivir unidos a Dios y con Cristo, quieren vivir en el amor y la esperanza. Cuando encontramos dificultades debemos mostrarnos llenos de esperanza, ya que Dios camina a nuestro lado y nos sostiene.
Las bienaventuranzas de Jesús constituyen un mensaje que no es fácil de acoger, pero que nos ayuda a no apegarnos a cosas superficiales. Debemos buscar la felicidad: esta felicidad está en “aceptar cada día el camino del Evangelio, aunque nos traiga problemas, esto es santidad”, esto es ser bienaventurado. (Fuente: Albert Vanhoye, SJ. Lecturas bíblicas, p. 195. Ed. Ágape)
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Con corazón salesiano
El Rector Mayor de los Salesianos, Don Ángel Fernández Artime, compartió en 2019 las “Bienaventuranzas de la Familia Salesiana”, desarrolladas durante las Jornadas de Espiritualidad de ese año:
- Bendita sea la Familia Salesiana que encuentra alegría en la pobreza. Colmada de la gracia de Dios, obrará milagros entre los jóvenes más pobres y marginados… ¡esto es santidad!
- Bendita sea la Familia Salesiana que, con la dulzura y la caridad del Buen Pastor, acoge y acompaña con amor a los jóvenes, educándolos en el diálogo y en la acogida de los diversos… ¡esto es santidad!
- Bienaventurada la Familia Salesiana que, estando cerca de los demás, sana las heridas de los que sufren y devuelve la esperanza a los que la han perdido, trayendo la alegría de Cristo Resucitado… ¡esto es santidad!
- Bienaventurada la Familia Salesiana que, teniendo hambre y sed de justicia, acompaña a los jóvenes a realizar su proyecto de vida plena en la familia, en el trabajo, en el compromiso político y social… ¡esto es santidad!
- Bienaventurada la Familia Salesiana que tiene una experiencia viva de misericordia, que abre los ojos y el corazón a la escucha, al perdón, convirtiéndose en un hogar que acoge… ¡esto es santidad!
- Bendita sea la Familia Salesiana que busca ser auténtica y transparente, cultivando una mirada que va más allá de las apariencias y reconociendo en cada persona la gracia que Dios obra en cada uno… ¡esto es santidad!
- Bienaventurada la Familia Salesiana que, partiendo de la verdad del Evangelio, fiel al carisma de Don Bosco, se convierte en fermento de una nueva humanidad, aceptando con alegría también la Cruz por el Reino de Dios… ¡esto es santidad!
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A la Palabra, le digo
Gracias, Dios de bondad, por Jesús, tu Hijo y hermano nuestro, que nos regaló un único y mejor mandamiento, el del amor fraternal.
Ablanda, Señor, nuestro duro corazón para que nos inunde su mensaje, la buena noticia de la liberación, y soñemos con hacer realidad la utopía de Jesús, para que sean felices en adelante los que ahora son pobres, para que no sufran más los que hoy pasan hambre y sed, para que rían de felicidad los que hoy se sienten tristes y amargados. También queremos ser felices nosotros mismos, es lo que Tú quieres, pero sabemos que no hay otro modo de alcanzar nuestra propia felicidad que tratando de hacer felices a los demás.
Tu hijo nos ha dado ejemplo, ha dedicado su vida a repartir felicidad. Creemos en la palabra de Jesús, estamos seguros de que es posible otro mundo más justo y solidario en el que reine la hermandad, la vida y la alegría. Amén.
Link canción: https://www.youtube.com/watch?v=adhG4m4-diE
Fuente: donbosco.arg/or/youtube/google.
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