Colegio Don Bosco Iquique

Martes, 22 Septiembre 2020

Evangelio miércoles 23 de septiembre 2020.

La Palabra dice

Lc. 9, 1-6 – “Los envió a proclamar el Reino”

Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar a toda clase de demonios y para sanar las enfermedades. Y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos, diciéndoles: “No lleven nada para el camino, ni bastón, ni provisiones, ni pan, ni dinero, ni tampoco dos túnicas cada uno. Permanezcan en la casa donde se alojen, hasta el momento de partir. Si no los reciben, al salir de esa ciudad sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos”.
 

 

La Palabra me dice

El evangelio de hoy nos trae la descripción de la misión que los Doce recibieron de Jesús. Los Apóstoles se sintieron misioneros llevando la salud y curando enfermedades del alma. Lo hicieron al estilo de Jesús, desde la sencillez y la actitud de servicio. 

Hoy la humanidad entera clama ser atendida, escuchada, busca la paz y el encuentro… Muchas veces nuestro entorno tiene necesidad de ser liberado de ataduras que impiden justicia, fraternidad, dignidad. Por eso la llamada a actualizar el mensaje recibido: pidamos al Espíritu la gracia y el coraje para desinstalarnos y exponernos al cambio que la misión requiere.

“¡No lleven nada para el camino!”: el papa Francisco sueña con una Iglesia pobre para los pobres. Como los discípulos en la escena del Evangelio, hoy la Iglesia debe depender de Dios, no del poder, la propiedad o el prestigio. Las únicas riquezas que importan son las riquezas de la Buena Noticia. Los discípulos de hoy necesitamos enfocarnos sólo en Dios: sólo así el poder de la Gracia de Dios tendrá la libertad para trabajar a través de nosotros de forma irrestricta. De esta manera  podremos “llevar buenas nuevas” a un mundo que ha perdido su camino y “sanarán sus enfermedades en todas partes”.

Con corazón salesiano

Turín, 1854. La epidemia de cólera azota la ciudad. Don Bosco y los jóvenes del Oratorio no se quedan de brazos cruzados.

Don Bosco se da cuenta de que lo suyo no es suficiente. No puede permanecer encerrado en su casa, tratando de asegurar el cuidado de sus chicos, mientras allá afuera la gente sufre y se muere. Quiere hacer algo. El 5 de agosto Don Bosco habla con los jóvenes mayores. Les dice que él iba a ir a ayudar como voluntario, respondiendo al pedido de las autoridades. Inmediatamente, catorce jóvenes se ofrecen para ir también. Al día siguiente se ofrecen otros treinta.

En combinación con las autoridades, Don Bosco organiza tres grupos:

• Uno para apoyar el trabajo en los hospitales.

• Uno para visitar pacientes solos y auto-aislados.

• Uno para buscar por las calles a personas enfermas o cuerpos abandonados.

Quienes quedan en el Oratorio comienzan a hacer turnos de oración por las personas afectadas y por quienes han ido a ayudarles. No se desentienden ni de la situación en la ciudad ni de la vida de sus compañeros. Cada uno de estos equipos trabaja de a pares y llevando máscaras. De acuerdo a las recomendaciones de las autoridades, cada joven lleva una botella de vinagre para lavarse las manos antes y después de tocar a una persona infectada. Si se quedan sin vinagre, tienen que volver al Oratorio inmediatamente, a reponerlo y continuar.

También proporcionan sábanas limpias a las víctimas y queman las usadas, para evitar los contagios. Las sábanas se vuelven tan escasas que la madre de Don Bosco, Margarita, toma los manteles del altar de la iglesia para dárselos como sábanas a quienes las necesitan. No sin un lógico temor, los jóvenes, junto con Don Bosco, igualmente habían salido confiados a atender a los enfermos… Es que cuando se inició la epidemia, Don Bosco les había dicho: “Si nos mantenemos en gracia de Dios, llevamos al cuello esta medalla de la Virgen que les estoy dando, estamos atentos a las indicaciones, y antes de salir rezamos juntos, les prometo que ninguno se enfermará”.

Ninguno de ellos fue golpeado por la enfermedad. Nadie se contagió. Se cumplió la promesa de Don Bosco. El trabajo de los chicos fue tan extraordinario, que fue reconocido por las propias autoridades y los diarios de Turín.

A la Palabra, le digo

Señor, el mundo necesita apóstoles santos. La persona “moderna” se caracteriza por su insensibilidad e indiferencia ante las necesidades de los demás. Por eso confío en que esta oración me ayude a pasar por mi vida haciendo el bien, pensando bien, hablando bien y dando no sólo lo que tengo, sino sobre todo lo que soy, con sencillez y generosidad.
 

Link canción: https://www.youtube.com/watch?v=CnJK0xhhhf8

 

Fuente: donbosco.arg.or/youtube/google.

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