Colegio Don Bosco Iquique

Domingo, 01 Noviembre 2020

Evangelio lunes 2 de noviembre 2020.

La Palabra dice

Lc. 24, 1-8 - “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?”

El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que él les decía cuando aún estaba en Galilea: ‘Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día’”. Y las mujeres recordaron sus palabras.

La Palabra me dice

El misterio de la muerte pone de manifiesto que no podemos saberlo o controlarlo todo, es inevitable. Por eso es necesario comprender que la muerte es parte de la vida. Los seres humanos podemos prepararnos para todo pero no para ver partir a quienes amamos y el proceso de asimilarlo suele ser doloroso y complejo. Poder contemplar vida en donde otros ven muerte es un regalo del Dios en el que creemos. Y lo anunciamos con alegría, como las mujeres que corrieron luego de ver el sepulcro vacío.

Por otro lado, sabemos que morir no solo es un estado del cuerpo, o un proceso fisiológico: hay otras pequeñas muertes cotidianas, porque a veces nos aferramos a situaciones que no nos ayudan a desplegar nuestra vida o la de quienes nos rodean. Si nos quedamos quietos o no somos capaces de iluminar nuestras experiencias, enfermamos. 

Las pequeñas y diversas “muertes” también son necesarias para renovar los ciclos propios de la vida. Necesitamos inviernos para que nazcan primaveras, son precisas las noches para que amanezca, del mismo modo hay cierres y conclusiones que vienen a impulsar nuevas posibilidades. Necesitamos aprender a “perfumar” las muertes, hacer de ellas semillas de otras vidas.

La buena noticia, siempre, es que tenemos la certeza de que nada termina porque creemos en la eternidad de las experiencias, en la abundancia de cada comienzo nuevo. Alguien, o algo, ya no está aquí pero permanece en la memoria de lo compartido y en el impulso de lo aprendido.

Con corazón salesiano

También la potencia del impulso de las vidas de Don Bosco y Maín llegó lejos, en el espacio y en el tiempo. Y los testimonios de sus experiencias trascendieron generaciones y lugares y continúan ofreciendo sentidos e iluminando la vida, las experiencias y las prácticas que desplegamos hoy en cada una de nuestras realidades y patios salesianos.
Ellos experimentaron en sus corazones muchas muertes cercanas, y cada una de ellas los transformó, los ayudó a mirar y acompañar la vida y los dolores de tantos con empatía y fortaleza.

A la Palabra, le digo

Sabemos que la vida está llamada a la Vida y no a la muerte, que la resurrección es constante y cotidiana. Regalános, Señor, el coraje de animarnos a vivir intensamente todo lo que emprendamos y la sabiduría para sentirnos transformados y transformadas con cada ciclo que se cierra.

Que siempre podamos ser hombres y mujeres de memoria para atesorar abundantes experiencias en nuestros territorios sagrados de los recuerdos.

Link canción: https://www.youtube.com/watch?v=gXXbofAtFLU

 

Fuente: donbosco.arg.or/youtube/google.

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