Colegio Don Bosco Iquique

Domingo, 08 Noviembre 2020

Evangelio lunes 9 de noviembre 2020.

La Palabra dice

Jn. 2, 13-22 - “Echó a todos del Templo”

Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó las mesas y dijo a los vendedores de palomas: “Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio”.
Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: “El celo por tu Casa me consumirá”.
Entonces los judíos le preguntaron: “¿Qué signo nos das para obrar así?”
Jesús les respondió: “Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar”.
Los judíos le dijeron: “Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y Tú lo vas a levantar en tres días?” Pero Él se refería al templo de su cuerpo.
Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que Él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.

La Palabra me dice

El cuarto evangelio nos presenta en esta escena a Jesús indignado, temperamental, enfurecido quizá. Siendo un cuadro que lo deja tan “mal parado” al Maestro de Nazaret, es llamativo saber que es narrado en los cuatro evangelios. La comunidad del discípulo amado nos presenta la reacción de Jesús frente a la realidad de un Templo que se ha desvirtuado y pone en sus palabras la invitación a una nueva alianza, un nuevo modo de vincularse con Dios. El problema sin duda no es el templo, ni su intento de ayudar a conectar con la experiencia de lo religioso,  sino todo aquello que se hizo con él, entorno a él, transformándose en lugar de comercio, de dominación, de barrera al acceso al Padre, de exclusión. A Jesús se le va la vida en este intento de recuperar un vínculo genuino con Dios Padre, de hecho el texto es una clara referencia a su pasión, muerte y resurección de la cual la comunidad está haciendo memoria. 


Cuántos de nuestros modos de conectar con Dios también se han ido poblando de “pegotes”. Cuánto de nuestro vínculo con Dios se ha transformado en un comercio, una transacción, un “yo te doy, vos me das”. El evangelio de hoy nos invita a deconstruir esos modos recuperando la experiencia que les dio sentido, y a Jesús en el centro de ella. También es un llamado de atención a no levantar nuevas barreras que alejen a nuestros hermanos y hermanas de la posibilidad de encontrarse con un Dios amoroso al que Jesús llamó “papá”. 

Con corazón salesiano

De las Memorias del Oratorio:
“El Oratorio se organizaba de esta manera: los días festivos se daban facilidades para acercarse a los santos sacramentos de la confesión y de la comunión; además, establecimos un sábado y un domingo al mes para cumplir con este deber religioso. Por la tarde, a una hora determinada, se entonaba un canto breve y se impartía catecismo; después, un ejemplo y la distribución de algún objeto de regalo, bien a todos o bien sorteándolo. [...] En general, el Oratorio se componía de picapedreros, albañiles, estucadores, adoquinadores, canteros y otros que venían de pueblos lejanos. Particularmente los últimos, como no conocían dónde se encontraban las iglesias ni conocían a compañeros, estaban expuestos a peligros de perversión, sobre todo en los días de fiesta. El buen teólogo Guala y Don Cafasso estaban contentos con la reunión de muchachos y me proporcionaban con agrado imágenes, impresos, opúsculos, medallas y pequeños crucifijos para los regalos. Alguna vez me suministraron lo necesario para vestir a los más necesitados y alimentar a otros durante varias semanas hasta que conseguían ganarse el pan con su trabajo. [...] El teólogo Guala, deseando que celebráramos una bonita fiesta en honor de santa Ana, patrona de los albañiles, después de las funciones religiosas de la mañana, invitó a todos a desayunar con él. Se juntaron casi un centenar en la gran sala, llamada ‘de las conferencias’. Les ofrecieron en abundancia café, leche, chocolate, galletas, panecillos, pastas y otros dulces que tanto gustan a los chicos. ¡Es de imaginar cuánto ruido hizo aquella fiesta y cuántos hubiesen venido de permitirlo el local!”

A la Palabra, le digo

Señor, la palabra nos invita hoy a una conversión necesaria. Que respondiendo a tu llamada nuestra vida sea puente y no obstáculo, que nuestro vínculo con el Padre sea filial y no una mera transacción. Te confiamos este día y nuestros intentos. Abrazános en todo lo que somos.
Te invitamos a escuchar una canción del padre Carlos Saracini, cp: 

 

Link canción:

¿Cómo contarle a mi gente?.

 

 

Fuente: donbosco.arg.or/youtube/google.

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