Colegio Don Bosco Iquique

Domingo, 15 Noviembre 2020

Evangelio lunes 16 de noviembre 2020.

La Palabra dice

Lc. 18, 35-43 – “Tu fe te ha salvado”

Cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía. Le respondieron que pasaba Jesús de Nazaret. El ciego se puso a gritar: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!” Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”
Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo a su lado, le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?”
“Señor, que yo vea otra vez”. Y Jesús le dijo: “Recupera la vista, tu fe te ha salvado”. En el mismo momento, el ciego recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios. Al ver esto, todo el pueblo alababa a Dios.

La Palabra me dice

Son bellísimas las imágenes y los verbos que nos regala la comunidad de Lucas en este pasaje. Como toda narración con gran cantidad de actores, situaciones y diálogos significativos, el texto se propone como una invitación a contemplar lo que estamos viviendo en este tiempo, a esta altura del año, personal, comunitaria y socialmente. ¿Qué situaciones me han llevado a sentarme “ciego”, “al borde del camino”, a “pedirle una  limosna” a la vida? ¿Qué movidas me alertan del paso de Jesús cerca mío? Aún ciego, encuentro desde algún lugar el impulso para “gritar” y ser escuchado. ¿Y si en ese encuentro me preguntaran qué quieres que haga por ti? ¿Qué respuestas asomarían? ¿Qué cegueras me han ganado? ¿Qué deseo poder ver?

También nos invita, entrando desde otra perspectiva, a pensar en nuestras actitudes como seguidores en el camino de Jesús. ¿Son nuestras acciones puente u obstáculo, símbolo de inclusión o exclusión de quienes, empobrecidos, se encuentran al borde del camino? 

De algún modo la comunidad de Lucas se interpela en este relato, y también nos interpela a nosotros a cuidarnos de cercar la experiencia religiosa, la acción terapéutica de Jesús, distanciándola de quienes, como el ciego del relato, ni siquiera saben nombrarla correctamente, pero son capaces de reconocerla. Nos invita a escuchar la voz de Jesús que nos exige ir a donde está el ciego (el borde del camino) y llevarlo a su encuentro.

Finalmente el deseo del ciego se transforma en el deseo de Jesús: “Recupera tu vista, tu fe te ha salvado”, y sin más en un único acto “ver se transforma en sinónimo de caminar con él”, asumiendo las consecuencias del camino, rumbo a Jerusalén. 

Con corazón salesiano

“[...] Los salesianos se lanzaron por primera vez a la travesía del Atlántico para llegar como misioneros a estas tierras del fin del mundo [...] 
Don Bosco, el soñador que describió la Patagonia como si la hubiera recorrido y la quiso como nacido aquí, tenía ya sesenta años cuando en 1875 despidió en Génova a la primera expedición de sus misioneros. [...] Estos hombres [...] se encontraron paradójicamente con el desafío de abrir caminos en tierras desconocidas y recrear nuevos modos de ser salesianos, hasta hacer que su carisma se arraigara tan profundamente entre nosotros.”
Zubeldía, Néstor. Salesianos en el fin del mundo: Testimonios misioneros tras la huella de Don Bosco. (Fragmento de la introducción).

A la Palabra, le digo

Hacemos nuestras las palabras del salmista:
Desde lo más profundo te invoco, Señor. ¡Señor, escucha mi voz! Estén tus oídos atentos al clamor de mi plegaria. Mi alma espera en el Señor, y yo confío en su palabra. Mi alma espera al Señor, más que el centinela la aurora.

(Salmo 130, 1-2, 5-6)

Link canción:

https://www.youtube.com/watch?v=hjBIDA8j-xM

 

 

Fuente: donbosco.arg.or/youtube/google.

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