Colegio Don Bosco Iquique

Jueves, 03 Diciembre 2020

Evangelio viernes 4 de diciembre 2020.

La Palabra dice

Mt. 9, 27-31- “¿Creen que puedo hacerlo?”.

Dos ciegos siguieron a Jesús, gritando: “Ten piedad de nosotros, Hijo de David”.
Al llegar a la casa, los ciegos se le acercaron, y él les preguntó: “¿Creen que yo puedo hacer lo que me piden?”
Ellos le respondieron: “Sí, Señor”. Jesús les tocó los ojos, diciendo: “Que suceda como ustedes han creído”. Y se les abrieron sus ojos.
Entonces Jesús los conminó: “¡Cuidado! Que nadie lo sepa”. Pero ellos, apenas salieron, difundieron su fama por toda aquella región.

La Palabra me dice

El profeta Isaías lo había anunciado: los ojos de los ciegos verían sin tinieblas ni sombras de oscuridad y la salvación alegraría a los no tenidos en cuenta.

La historia de los milagros del evangelio coincide con el itinerario de fe de los pobres de Dios. La fuerza reside en Jesús de Nazaret, pero es la fe la que suelta su poder. Jesús se estremece ante los dolores de la gente que va encontrando vencida en los caminos. Se compadece activamente y carga con la enfermedad y la debilidad humana, con la exclusión y el desprecio que los deja fuera, forzados a vivir en los bordes de la injusticia y el abandono. Dos ciegos lo esperan y a gritos piden su curación. Él es la fuente de la vida y la ternura, y no puede con el dolor humano, no puede sino escuchar el clamor de los sufrientes. La fe de los pobres arranca esa fuerza vital que lo desborda y el milagro rescata a hombres y mujeres de sus muertes. Signos callados, sumamente discretos, de la liberación que obra la Buena Nueva del Reino en el corazón del pobre, el corazón del evangelio. Y aunque el milagro ocurre lejos de las multitudes, en secreto y sin testigos, los ciegos no pueden callar. Divulgan la noticia por toda la región. Sí, finalmente se habían encontrado con alguien que llevaba a plenitud sus largas esperas. Alguien de un poder extraordinario, el de la compasión y la misericordia que cura todas las cegueras y asume hasta el extremo la defensa de los pobres y los oprimidos. “¿Creen que puedo hacerlo?” Sí. La fe deja estrenar la vida con ojos nuevos.

Con corazón salesiano

Los chicos que ocupaban las calles y las plazas de Turín, desocupados, sin trabajo, buscándose la vida a toda costa, fueron el inicio del proyecto de Don Bosco. Todos muchachos pobres, que iban tirando como podían. No pocos acababan delinquiendo y los más ocupaban las calles buscando una supervivencia casi imposible. Fueron los jóvenes que la prensa de los años cuarenta llamaba “pobres y abandonados”, los que conmovieron las entrañas de Don Bosco mientras caminaba los suburbios de Turín. También los muchachos inmigrantes de temporada, que empujados por la crisis del campo, eran empleados precariamente en la construcción. Todos eran jóvenes en riesgo, y muchos habían estado en la cárcel o estaban en peligro de ir a prisión. Don Bosco los miró con otros ojos; los atravesó de esperanza. No pudo con el dolor que le causaba verlos forzados a vivir sin rumbo ni horizonte, por los oscuros callejones de la injusticia que arrasaba con sus oportunidades. Todos se sintieron mirados de otra manera, se sintieron dignos, vislumbraron en su presencia la posibilidad única de vivir de otra manera. Ese “grito” ensordecedor se robó el corazón de Don Bosco y su ternura de padre obró el milagro de una Vida nueva para ellos.

A la Palabra, le digo

Estremecerme, conmoverme, compadecerme… cargar con el dolor de los vencidos, escuchar sus gritos y clamores en el camino, no pasar en medio sin advertirlo. Atravesarlos de la esperanza en otra vida posible. Querer vivir tu vida, Jesús, querer andar sobre tus huellas, es una pasión que me crece por dentro. Sí, eso quiero… Pero necesito de vos, de tu gracia en el andar y en el amar, para que en tu compañía siga aprendiendo a convertir mi mirada y el corazón a la misericordia con que tus ojos nos abrazan a todos. Para creer que puedo hacerlo…

Link canción:

https://www.youtube.com/watch?v=J1XnzpLqbG8

Fuente: donbosco.arg.or/youtube/google.

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